Lo natural dejó de serlo porque nadie se conformaba con la normalidad. Parecía que tanto los progresos tangibles como de pensamiento, que introdujeron aceleradamente en sus vidas, apenas hubiesen necesitado milenios de incubación. La mediocridad había ganado la batalla.
Continuaron los experimentos al tiempo que maltrataban al planeta: la tierra, los océanos, ¡hasta el aire que respiraban! Y con tantos adelantos...
Un minúsculo fragmento de Metempsicosis.
© Pilar Cárdenes